Lenovo Yoga Book fue uno de los dispositivos que despertó mayor admiración de los asistentes a la pasada feria IFA de Berlín. Disponible ya en nuestro país, podría describirse como un equipo 2 en 1 a medio camino entre un portátil y un tablet, con el diseño compacto de un ultrabook y la funcionalidad de una tableta gráfica. Suena complicado, pero no lo es tanto: la clave ha sido eliminar el teclado físico y optar en su lugar por una superficie táctil multiusos.
Pantalla: IPS Full HD de 10,1″ (1.920 x 1.200 píxeles de resolución)
Procesador: Intel Atom x 5-Z8550 (caché de 2 M, Quad Core, hasta 2,4 GHz)
Memoria RAM: 4 Gb
Almacenamiento: 64 Gb / Ranura para microSD hasta 128 Gb
Tecnología táctil: En pantalla tecnología táctil capacitativa con AnyPen; Create Pad con tecnología táctil capacitiva y EMR Pen
Batería: 8500 mAh; autonomía en espera de más de 70 días y 13 horas en uso
Sistema operativo: Android 6.0
Tamaño: 256,6 x 9,6 x 170,8 mm
Peso: 690 g
Red: 4G LTE, 3G HSPA+, 2 GSM
Conectividad: Wi-Fi 802.11 a/b/g/n/ac, Bluetooth 4.0
Sensores: Vibración, G, luz ambiental, hall y GPS
Cámaras: Trasera de 8 megapíxeles con enfoque automático; frontal de 2 megapíxeles
Otros: Dolby Audio Premium, ranura para tarjetas nanoSIM
Yoga Book atrae la atención desde la primera mirada. Con una pantalla de 10,1 pulgadas, es realmente fino (unos 9,6 milímetros) y ligero (690 gramos) y resulta comodísimo llevarlo en un bolso, mochila o en la mano. También destacan los materiales con los que se ha fabricado, entre los que se encuentran una combinación de aleaciones de magnesio y aluminio que aportan resistencia y acabado premium.
Pantalla y superficie táctil están unidas por la bisagra característica de los convertibles de Lenovo, que hace posible situarlas en cualquier ángulo: desde cerradas para guardarlo y transportarlo cómodamente, hasta abiertas como si fuera un ordenador portátil, pasando por el formato tienda de campaña para consumir contenidos multimedia o plegadas 360º para usar el dispositivo como una tableta. En este caso, la bisagra es más fina de lo habitual, con tres ejes y hasta 130 piezas mecánicas diferentes compuestas de cinco materiales distintos, que consiguen que el cambio de posiciones resulte muy fluido. Cuando el equipo está cerrado se echa en falta algún tipo de pestaña o tirador para abrirlo, ya que es una tarea bastante tediosa en la que es obligatorio emplear ambas manos.
El verdadero efecto sorpresa se produce cuando se enciende el equipo, y la superficie táctil — el auténtico atractivo del Yoga Book — muestra un teclado virtual retroiluminado denominado Halo: utilizarlo en lugar de uno físico tradicional es una de las principales razones por las que es tan compacto. Lo más interesante es que integra un software capaz de aprender cómo tecleamos y corregir automáticamente los textos. Un ejemplo: cada persona pulsa las letras o números en un punto concreto, que puede ser el centro o cualquiera de los laterales, y eso provoca errores al teclear. Puede corregirse si el teclado se adapta a nuestros hábitos de escritura, como en este caso, aunque este aprendizaje es progresivo y son necesarias muchas horas de uso para notar un cambio real.
El teclado es amplio, muy sensible y ofrece feedback a través de una sutil vibración para que seamos conscientes de estar pulsando las teclas correspondientes. Su uso es más cómodo que el teclado virtual de las pantallas táctiles, pero las sensaciones y la rapidez de escritura no terminan de ajustarse a las que se obtienen con uno físico. Además, el trackpad es bastante pequeño y está muy cerca de la barra de espacio, por lo que se pulsa muchas veces sin querer.
Por supuesto, y siguiendo la línea de los teclados de los equipos 2 en 1 que habíamos visto hasta ahora, se desactiva automáticamente al pasar a modos como el de tableta o tienda de campaña, en los que podría pulsarse de forma accidental. También puede desactivarse de modo manual con un fin adicional: transformar la superficie táctil en un cuaderno digital del mismo estilo que las tabletas digitalizadoras de Wacom; firma que ha colaborado en su creación. Hacerlo es tan sencillo como pulsar sobre el icono de un bolígrafo que aparece siempre fijo en la parte superior del y en la pantalla. Aquí entra en acción el stylus que incluye el Yoga Book de serie. Posee un tamaño similar al de un bolígrafo tradicional y cuenta con la tecnología Wacom feel para conseguir que sea más sensible y preciso, además de admitir hasta 2.048 niveles de presión y detectar ángulos de 100 grados. Y lo que es más importante, no utiliza pilas ni batería, por lo que no es necesario recargarlo. Combinado con la aplicación Note Saver, todos los textos, ilustraciones o garabatos quedan digitalizados y almacenados en notas independientes, organizadas por cuadernos, editables y con la capacidad para compartirse.
Un detalle adicional: la punta del stylus puede sustituirse por una con tinta. Así, cuando se coloca un papel sobre la superficie táctil, es posible dibujar o escribir con tinta a la vez que estas creaciones se guardan automáticamente dentro de la aplicación de notas. Lo único negativo que podemos decir al respecto es que el cambio de las puntas no es sencillo (implica utilizar la tapa del bolígrafo para sacar la instalada) y que se corre el riesgo de que se olvide poner la digital de vuelta y se pinte accidentalmente el dispositivo.
Android o Windows
El Yoga Book está disponible con sistema operativo Windows (599 euros) o con Android (499 euros); este último, el modelo que hemos tenido la oportunidad de probar. Basado en la versión 6.0, y sin confirmación sobre si actualizará a Android 7.0, dispone de una interfaz personalizada para añadir funcionalidades más propias de un PC, como admitir atajos de teclado o la opción multitarea, aunque presenta restricciones: no funciona con aplicaciones tan populares como Google Search, Docs, YouTube o Twitter, por citar algunos ejemplos. La aportación más útil a nuestro juicio es una barra de tareas inferior en la que aparecen minimizadas las aplicaciones abiertas para que se pueda acceder a ellas de forma inmediata.
Funciona de forma fluida, aunque debido a su configuración no se le puede exigir demasiado en términos de rendimiento o gráficos: un procesador Intel Atom X5 con 4 Gb de memoria RAM. Para un usuario medio resulta suficiente. Incorporar este procesador tiene beneficios a nivel de eficiencia energética, y este dispositivo ofrece una autonomía estimada por Lenovo de alrededor de 13 horas, que se sitúan en algo más de una jornada completa de trabajo con un uso real y variado. Luego, se recarga a través de microUSB (nada de USB tipo C), al que acompaña un puerto microHDMI.